
«Si algo tiene este cantaor, al margen de una profesionalidad llevada al extremo, es su continua transformación, y un inconformismo que le lleva a adentrarse en cantes que a veces, como no sea en el baile, cuesta escucharlos. Por eso mismo, y porque encima los ejecuta a la perfección, da gusto verle. Arriesgó con la caña, preciosa, y con un cante por marianas «que he arreglado de un cantaor de Jerez, el Garrido de Jerez», a compás de tangos, con cuyas letras recordó a Lola. El público entendió su discurso y se puso en pie. »(Fran Pereira para Diario de Jerez)