
Flamenco nuevo para cantes viejos. David Lagos estrena en la Bienal ‘Hodierno’, un singular proyecto en el que prosigue en su búsqueda de la raíz bajo un nuevo soporte musical contemporáneo con la electrónica de Artomático
Francisco Múgica. Fotos Juan Carlos Toro
Hodierno proviene del latín hodiernus y en sus dos primeras acepciones viene a significar perteneciente o relativo al día de hoy, al tiempo actual, pero también moderno, actual. Hodierno también da título al triple salto mortal que emprende el cantaor y compositor jerezano David Lagos (1973) después de dos discos en el mercado, El espejo en que me miro y Mi retoque al cante jerezano, tras haber participado en multitud de recitales y espectáculos de danza flamenca —no en vano, es uno de los habituales en los elencos de Israel Galván—, y después de haber logrado hace cuatro años la ansiada Lámpara Minera. Hodierno representa quizás un punto de inflexión en su carrera, una bisagra que conecta ese David Lagos arqueólogo de lo jondo, un artista de corte clásico y preocupado por la raíz y el conocimiento, con ese otro David Lagos inquieto, innovador, rupturista, felizmente insatisfecho (musicalmente hablando), y que tiene claro, como ya nos decía hace unos años en una entrevista en este medio, que “cuando estás seguro de lo que haces asumes que no le vas a gustar a todos”.
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